La remasterización es una obra maestra de Bernie Grundman. Este disco suena increíble. El saxo tenor de Rollins tiene un tono orgánico muy rico, casi con timbre de voz humana, nunca demasiado contundente ni abrumador. La batería de Shelly Manne nunca se sacude, sino que se combina bien con el bajo deliciosamente de Leroy Vinnegar. Es un disco ganador en todos los aspectos. (9/10)